PARA LEER: Libertad sobre cuatro ruedas por Jens Fritzenwalder

 ¿Paramos en la costa o seguimos? 



En realidad, el verdadero destino está claro desde el principio: nosotros mismos. También el vehículo adecuado está claro: nuestro Volkswagen Bulli, todo un símbolo de independencia y ruptura con lo convencional.
Texto Jens Fritzenwalder - volkswagen magazine

 


Tomarse un respiro.


Los primeros rayos de sol penetran sigilosamente por la cortina entreabierta de la luna lateral. En el aire flota una nota de indolencia, un anhelo de tierras lejanas. En definitiva, una sensación de libertad. Es el efecto embriagador del verano. Enciendo la radio y, a través de los viejos y rechinantes altavoces, se escucha a los Beach Boys, una banda sonora perfecta para nuestro viaje a la aventura. La mirada, todavía adormecida, recorre el colorido desorden de colchones, sacos de dormir, trajes de neopreno y utensilios de cocina. Poco a poco, se despiertan también los demás y el Volkswagen Bulli empieza a llenarse de vida. nuestro complejo vacacional particular sobre cuatro ruedas, inmune al tiempo a pesar de haber sido fabricado en algún momento entre 1967 y 1979.

¿Ya hemos llegado? Bueno, al menos eso dice la pegatina que decora el parasol: “Home? Is where I park!”. Nos encontramos en la carretera, a bordo de un clásico en el año 2012. Este icono de los microbuses sigue siendo lo que ya antes de nosotros fue para varias generaciones: el vehículo ideal para escapar del torbellino cotidiano y poner rumbo a cualquier lugar que deseemos, ya sea Tarifa, los Pirineos, Malibú, las Rocosas...


"puertas abiertas, techo elevado, la felicidad. De picnic con los pequeños y la vieja “azul” junto a nosotros"



Hoy, su creador arquearía los ojos asombrado si pudiera ver cómo se ha transformado su concepto original. El holandés Ben Pon, considerado el padre de la T1, era un importador de Volkswagen en los Países Bajos que, tras una visita a la planta de Wolfsburg, esbozó con unos cuantos trazos una camioneta, cuya intención no era diseñar ningún estilo de vida, sino un vehículo de transporte sencillo y sólido. Para ello se inspiró en el “Plattenwagen” que vio en la planta: un extraño vehículo industrial ideado por los propios operarios de la cadena de montaje para uso interno en la fábrica a partir de un chasis de “escarabajo”. Rondaba el año 1947. Poco después, el boceto se convirtió en prototipo y, en 1950, ya salía de la cadena de montaje la Volkswagen T1 –con su característica forma de caja, sin morro y con motor trasero– que en Alemania no tardó en ser bautizada como “Bulli”. Adquirió varias personalidades: camioneta, pick-up y una variante de lujo, la Samba, cuyo modelo especial tenía hasta 23 ventanas y numerosos extras. Una de las primeras T1 fue a parar al fabricante de la marca de agua de colonia 4711 (de Colonia) y las casi once millones restantes se distribuyeron por todos los rincones del mundo.




"Mucho más que un mero medio de transporte: un hogar, un compañero de viaje, un miembro más de la familia y un mundo de aventura. Todo eso es para nosotros nuestro Bulli."



Poco a poco, la T1 se desvió de su trayectoria y se convirtió en un inesperado éxito de exportación. Concebida originalmente para impulsar el milagro económico alemán transportando mercancías de un lugar a otro, en algún momento su cometido se desvinculó de la meta en sí y pasó a ser el de, sencillamente, hacer camino. El tradicional vehículo de trabajo de los años de la posguerra se convirtió en el símbolo de campistas, trotamundos, surferos, hippies y pequeñas familias que se desplazaban en microbús. En su Transporter (de la T1 a la T5), las fuerzas antisistema dejaban en el asfalto las mismas huellas que las fuerzas del orden público. En las protestas antinucleares se enfrentaban en bandos opuestos las “bullis” de colores pertenecientes a los manifestantes y las “bullizei” pertenecientes a la policía, que también utilizaba microbuses Volkswagen en sus desplazamientos. La “bulli” no hacía distinciones de clases, era una clase en sí misma. Le dieron la alternativa y se convirtió en una leyenda.


¿Qué hay detrás del mito? En primer lugar, ningún exceso. Los escasos 25 caballos de potencia del motor trasero, refrigerado por aire, permitían a la primera Transporter, con un poco de paciencia y viento a favor, alcanzar una velocidad máxima de 85 km/h. Los creadores de Wolfsburg no tardaron en darse cuenta del potencial de la combi, ya encarrilada por la vía del éxito a su paso calmado, y en 1954 ya habían lanzado treinta variantes distintas al mercado. La primera transformación radical llegó en 1968, en plena época de las revoluciones estudiantiles y cuando el espíritu de Woodstock ya flotaba en el ambiente. 


Después de la T1 vino... la T2. Por dentro, la camioneta seguía siendo más o menos la misma –la potencia había aumentado ligeramente–, pero por fuera ganó en encanto, sobre todo en su frontal. Si la T1 parecía tener un aspecto algo malhumorado, su sucesora lucía una expresión radiante gracias al gran parabrisas panorámico. Seguramente, otro detalle de gran valor para sus propietarios fue que al nuevo diseño se añadieron 20 centímetros de longitud. Y además de serie: el portón corredero lateral.


A partir de Woodstock, a más tardar, la Volkswagen Transporter ya se había convertido en un fenómeno global. Y, al igual que en su país de origen, en el resto del mundo también recibió muchos apodos. En California, la cuna de la cultura hippie, se la conocía como microbus, combi, magic bus o vee-dub. En Portugal y Dinamarca la veían más como un pan de molde, y la llamaron pão-de-forma y rugbrød. Y los peruanos la bautizaron con el poco cariñoso apelativo de “combi asesina”. Y es que, en el país andino, el microbús Volkswagen se utilizaba como transporte público y la conducción algo impetuosa de los chóferes locales provocaba numerosos accidentes.



»Era la casa rodante de los hippies y un objeto de culto sobre ruedas.«
Pete Townshend , cantante y guitarrista del grupo británico The Who





conducción sencilla.



Pero, en conjunto, esta camioneta de culto siempre ha sido un vehículo de conducción sencilla que ha sabido tocar la fibra sensible de generaciones en todo el mundo. Su carrera triunfal no solo la ha hecho llegar al corazón de sus conductores, sino que también ha despertado la atención del público a través de los medios, se ha colado en la literatura popular, en las películas de Hollywood y en los clásicos del rock, ha robado el protagonismo del producto publicitado en los anuncios y, en plena edad de jubilación (más de 60 años), también ha entrado en la era digital con su participación en el mundo virtual tridimensional de Second Life. Pero su mejor papel lo tuvo en la comedia “Little Miss Sunshine” (2006) encarnando a una T2 de un color amarillo chillón que transporta a una estrambótica familia por el suroeste de los EE.UU.



Todo un monumento cinematográfico. Y hace algo más de 40 años, Pete Townshend le erigió un monumento sonoro. En la canción “Going Mobile”, el líder de The Who glosó las maravillas de salir a la carretera en un “hippie-móvil”. Este homenaje a su “bulli” constituye un agradable recuerdo para Volkswagen y en 2007, en el marco de la celebración del 60 aniversario de la Transporter, los sexagenarios rockeros dieron una actuación ante 71.000 fans y más de 5.000 “bullis”.

La combi tiene ya 65 años de historia a sus espaldas. La T2 finalizó sus días en 1979 y le sucedió la T3, una Transporter totalmente renovada, más espaciosa, larga y angulosa que su predecesora. La T3 alcanzaba los 112 CV en su motorización más potente, tenía una versión diesel –como ya era entonces costumbre– y también se ofrecían numerosas ediciones especiales.


Volkswagen nunca perdió de vista a su variada clientela. Un modelo de la generación T3 muy apreciado por los coleccionistas actuales es la variante autocaravana Atlantic, con ventanas aislantes y calefacción de estacionamiento. En 1990, poco después de la reunificación de Alemania, salió al mercado la T4. El motor trasero fue definitivamente desterrado para dar paso al motor delantero con refrigeración líquida y salió una versión con motor automático y servodirección. El miembro más reciente de la familia es la T5, que ya lleva entre nosotros desde 2003.



Cada generación de Transporters tiene su propia comunidad de adeptos. Los más jóvenes prefieren los modelos más retro, los que conducían sus padres. Estos, a su vez, prefieren sentarse al volante de las variantes más modernas que ofrecen más confort. En cualquier caso, todos ellos huyen del tópico. Da igual adónde te lleva la carretera. Una excursión en una combi Volkswagen es un poco como un viaje al interior de nosotros mismos. Sin duda, es una furgoneta mágica.


Nos hemos equivocado en el camino de vuelta a casa. Da igual. Así podremos alargar la aventura un poco más.


Para aparcar bien.


Pernoctaciones
 En España está permitido pernoctar fuera de los campings, siempre que no lo prohíba la legislación local. También es posible hacerlo en suelo privado: máximo tres noches con autorización local y fuera de la playa y de las zonas residencialess.






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Ciudad, campo o río


Los destinos más bellos


San Vicente de la Barquera La playa del camping El Rosal es la mejor de la zona: arena blanca, fina y limpia hasta donde alcanza la vista. Su mar, el Cantábrico, es ideal para la práctica de cualquier deporte náutico.


Zarautz ¿Todavía no has visitado el País Vasco? No te lo pienses y visita el Gran Camping Zarautz. Las vistas sobre toda la comarca son impresionantes y es el punto de partida perfecto para realizar excursiones.


Gijón Hoy a descansar a la playa, mañana a hacer surf o una excursión y por la noche a divertirse: en el camping Deva no tendrás que decantarte por el descanso o la diversión. Allí encontrarás ambas cosas.


Roses A menos de 20 kilómetros de Figueres, la ciudad natal del genio del surrealismo Salvador Dalí, se encuentra el camping Salatà, en plena Costa Brava. Ideal para disfrutar de un agradable y tranquilo ambiente familiar.


Sant Pol de Mar A 40 kilómetros al norte de Barcelona y a 60 metros del mar: unas condiciones sensacionales para unas vacaciones excelentes. Después de un baño, monta en tu bici de montaña y pedalea hasta Barcelona para disfrutar de una buena cena. Camping Kanguro.


Mojácar Cueva Negra parece un camping, pero en realidad es un club de vacaciones. Si consigues agotar la amplia oferta de actividades que se ofrecen, todavía podrás descubrir nuevas experiencias fuera de él.


Conil de la Frontera Acampar a la sombra de los árboles, disfrutar de la calma, saborear cócteles, zambullirse en la piscina de La Rosaleda, disfrutar de un helado, jugar al tenis, hacer castillos de arena... Y al acabar el día, limpiar el coche en el autolavado del camping.

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